El Palquillo

Miércoles Santo en Sevilla: la épica mal entendida

El estreno del misterio del Buen Fin / José Luis Montero

UN veterano cofrade reflexionaba con este periodista mientras la Hermandad del Buen Fin discurría por las calles el barrio de San Lorenzo tras salir desafiando a los partes y a la lluvia. “Yo es que cada vez entiendo menos. Se te quitan las ganas de ver cofradías así. Ahora no está lloviendo, pero lo ha hecho antes y lo va a hacer después. Y además está este viento. No es muy decoroso, la verdad, ver una procesión así. No es gratificante”, confesaba este hombre que tuvo una buena responsabilidad en su cofradía y en el Consejo de Hermandades. Proseguía: “Yo entiendo las ganas de salir, pero la realidad es la realidad y hay que asumirla. Me pongo en la piel de los hermanos mayores y las juntas de gobierno, pero hay que tener la cabeza más fría”. La Hermandad del Buen Fin fue una de las dos que han salido este Miércoles Santo a realizar estación de penitencia a pesar de que los partes eran tremendamente claros. Se mojaron camino de la Catedral. Mucho. Siguieron adelante y a pesar de todo en algo que ya se ha convertido una costumbre poco edificante. Chocante.

El periodista recibe un mensaje en el teléfono móvil cuando, primero el Carmen y después el Buen Fin, discurrían por la Campana cuando arreciaba la lluvia: “¿Le han dado la Semana Santa libre al capiller de la Anunciación o qué?”. ¿Ha dejado de ser un refugio para las hermandades en caso de lluvia? Ha pasado toda la vida que las hermandades han asumido el riesgo y han salido a la calle y se han mojado. Y si estaban en la Campana, o cerca, buscaban refugio en el templo universitario. O en el Salvador si estaban en sus proximidades. O en cualquier otro templo que cogiera a mano. Pero ahora parece que hay que seguir el camino pase lo que pase para llegar a la Catedral como sea. Incluso más allá. Es cierto que los partes hablaban de chubascos dispersos. Pero una vez visto que la tarde se metió en una lluvia más importante no es decoroso continuar el camino de este modo. La épica se ha convertido en esperpento.

La lluvia deparó decisiones contradictorias. Con los cuerpos mojados y fríos de los nazarenos, pobres y principales sufridores de todo lo que sucede, la Hermandad del Carmen decidió seguir su camino y no quedarse en la Catedral. La corporación de Omnium Sanctorum imprimió una velocidad importante a su cortejo y sus costaleros tuvieron que hacer un gran esfuerzo. Lo advertía Manolo Gallego a sus hombres: “Agarraos los machos que la chicotá va a ser larga. Hay que llegar a la Puerta de Palacio”. El Buen Fin, por su parte, decidió quedarse en la Catedral. Muchos no entendieron que la hermandad arriesgara tanto con los importantes estrenos que tenía: el impresionante misterio y la restauración de las personalísimas y fabulosas caídas laterales del palio. Los elogios que deberían haber sido tornaron en crítica. La novedosa escena de ver de nuevo al Crucificado con un misterio de unas cota artística excepcional fue engullida por la imagen de los paraguas.

Decíamos que el Carmen y el Buen Fin fueron las dos únicas cofradías que se pusieron en la calle porque la Sed, al filo del mediodía; y San Bernardo, ya a la hora del almuerzo, decidieron sin mayor dilación que no había lugar para la épica. Los partes, decía Javier Gómez, hermano mayor de la cofradía del arrabal, no eran buenos. Pepe Cataluña, de la Hermandad de Nervión, incidía en que prácticamente hasta la Catedral no tenían un lugar donde refugiarse. La posterior lluvia les dio la razón. Entre tanto, mientras salían el Carmen y el Buen Fin, la Hermandad del Cristo de Burgos, cuya hora de salida estaba fijada a las nueve de la noche, avanzaba que suspendía su estación de penitencia. Muy claro lo habría visto la junta de gobierno para anunciar que no salía casi cinco horas antes en una decisión que puede considerarse inédita. De todos modos está previsto que el Crucificado de Vázquez el Viejo salga de manera extraordinaria por su 450 aniversario el próximo mes de junio.

La cordura también se impuso en la Lanzada y el Baratillo. En septiembre podremos disfrutar de la coronación canónica de la Piedad. Sólo quedaban por decidir los Panaderos y las Siete Palabras. Cuando la primera comunicaba que no salía, el Carmen seguía su regreso a la calle Feria por la zona de la Encarnación y fue sorprendido por un nuevo aguacero. Todo el retorno fue angustioso. Las Siete Palabras, la última que quedaba por decidir cumplió con lo previsto. Sólo dos pasos había en la calle a esa hora. A las 20:45 entraba el Señor de la Paz en Omnium Sanctorum. La Virgen del Carmen hacía lo propio al filo de las nueve.

Finalizaba así un aciago Miércoles Santo, una jornada tradicionalmente agraciada por buen el tiempo. Habrá que ver cuándo el Buen Fin encuentra un hueco para regresar a San Antonio de Padua. Sigue pintando muy mal el resto de la semana.

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